"Este que veis aquí, de rostro español y
quevedesco, de negra guedeja y luenga barba, soy yo: Don Ramón María del
Valle-Inclán. Estuvo el comienzo de mi vida lleno de riesgos y azares. Fui
hermano converso en un monasterio de cartujos, y soldado en tierras de la Nueva
España. Una vida como la de aquellos segundones hidalgos que se enganchaban en
los tercios de Italia por buscar lances de amor, de espada y de fortuna. Como
los capitanes de entonces, tengo una divisa, y esa divisa es como yo, orgullosa
y resignada: «Desdeñar a los demás y no amarse a sí mismo.»
("Juventud militante. Autobiografías", Alma Española, Madrid, nº 8, 27 de
diciembre de 1903)
Así se
describía Ramón María de Valle-Inclán, escritor nacido en Villanueva de
Arosa (Pontevedra) en 1866. Sin terminar sus estudios de Derecho, marchó a
Méjico con afán de aventuras . De regreso, lleva en Madrid una vida bohemia y
se convierte en uno de los principales defensores del Modernismo.
Bohemio, extravagante, aventurero, su figura era inconfundible:
manco, con melenas y largas barbas de chivo. Políticamente, comenzó con
posturas tradicionalistas, defendiendo viejos valores y mostrándose
anti-burgués para terminar en posiciones más revolucionarias. Fue un
escritor dedicado exclusivamente a la literatura, atento siempre a la
renovación temática y formal. La amplia producción de Valle-Inclán reúne
novelas, cuentos, obras dramáticas y poemas.
Su personalidad provocadora, enemigo de todo comportamiento
burgués y alejado de cualquier muestra de vulgaridad, su apariencia
estrafalaria y su vocación literaria, no dejaría indiferentes a sus
contemporáneos que se referirían a él como:
"El gran don Ramón, de las
barbas de chivo", (Rubén Darío)
"La
mejor máscara a pie que cruzaba la calle de Alcalá" (Ramón Gómez de la Serna)
"Fue el actor de sí mismo, vivió,
esto es, se hizo en escena. Su vida, más que sueño, fue farándula" (Miguel de Unamuno)
"Cada
párrafo que escribe le cuesta una semana de trabajo; cada cuento un trimestre" (Ramiro
de Maeztu)
"Eximio escritor y
extravagante ciudadano" (general Primo de Rivera).
Cómo veis don Ramón era un tipo muy peculiar. Su vida está repleta
de anécdotas en las que se pone de manifiesto su excentricidad y su carácter
polémico. Si queréis conocerlas pinchad aquí podréis conocer cómo Valle-Inclán perdió su brazo izquierdo, sus penurias
económicas y su enemistad con escritores y políticos de su época.
Pero, por debajo de su
excentricidad bohemia, encontramos una entrega rigurosa a su trabajo de
escritor y una búsqueda de formas nuevas. Con las Sonatas entra
en el Modernismo más exuberante, rico en imágenes ostentosas y brillante en el
lenguaje, donde los elementos sensoriales sirven para la estilización e
idealización de la realidad. Recrea en estas obras las andanzas decadentes,
donjuanescas, refinadas y perversas del Marqués de Bradomín, un don Juan feo,
católico y sentimental. Como él mismo decía:
"La
condición característica de todo el arte moderno y muy particularmente la
literatura, es una tendencia a refinar las sensaciones y acrecentarlas en el
número y la intensidad. Hay poetas que sueñan con dar a sus estrofas el ritmo
de la danza, la melodía de la música y la majestad de la estatua." .
Las Sonatas representan
la cima del arte de Valle en su etapa modernista. Son cuatro novelas cortas
eslabonadas de posible lectura independiente pero con relaciones internas que
las hace una obra unitaria: Sonata de otoño, 1902, Sonata
de estío, 1903, Sonata de primavera, 1904 y Sonata
de invierno, 1905. Recogen los amores del marqués de Bradomín en un
ambiente de leyenda y misterio, con episodios de exquisita elegancia o de un
amoralismo provocador. Es la exaltación de un mundo decadente, visto con una
mirada nostálgica y distanciadora. Su prosa es rítmica, refinada, elegante,
rica en efectos sensoriales y recursos retóricos, bellísima.
Melinda Sharon, alumna de 2º de Bachillerato C, ha realizado un excelente trabajo sobre Valle-Inclán, centrándose en la obra Sonata de estío. No os lo perdáis:
También en 4º de ESO nos hemos acercado a la vida y obra de
Valle-Inclán, leyendo su novela Sonata de Invierno. Ambientada en la corte navarra de Estella durante la
tercera guerra carlista, la obra recrea las últimas aventuras galantes del
marqués de Bradomín. Dos alumnas de 4º A, Marta de la Osa y Blanca Novillo
realizaron la siguiente crítica de la obra:
La Sonata de Invierno, junto con las demás Sonatas, es un ejemplo de la mejor prosa modernista castellana. En concreto ésta, que es la que hemos leído y trabajado en clase, relata de forma autobiográfica los amores del marqués de Bradomín (un don Juan ochecentista, cínico y sensual). Esta obra está saturada de tópicos decadentistas, quizá por ser la última aventura del protagonista.
Nos ha sido costoso a la hora de leer e interpretarlo, ya que utiliza gran cantidad de recursos y un lenguaje muy enriquecido y trabajado. No obstante, resulta una lectura entretenida y picante, ya que intervienen elementos eróticos, perversiones sexuales, sacrilegios... Elementos misteriosos, macabros que rondan la muerte, provocativos, tal como fue el Modernismo, un movimiento que se caracterizó por una ambigua rebeldía creativa, un refinamiento narcisista y aristocrático, un culturalismo cosmopolita y una profunda renovación estética del lenguaje.
Lo que más nos ha llamado la atención ha sido la sutileza e ironía del autor, y a la vez el humor negro con que trata los distintos temas de la sociedad.
Pero Valle-Inclán, a parte de ser novelista y poeta, fue un
excelente dramaturgo que renovó el teatro español con la creación del
esperpento. Obras como Divinas Palabras o Luces de
Bohemia nos ofrecen una visión grotesca y deformada de la realidad,
una visión burlesca y crítica de la sociedad española. Como el mismo Valle
decía, los héroes clásicos reflejados en los espejos del Callejón del Gato
resultan grotescos y ridículos (pinchad en los espejos del Callejón del Gato para saber
más sobre estos conocidos espejos). Valle-Inclán se alejó del teatro
convencional y
se declaró partidario de un espectáculo teatral de numerosos escenarios,
acotaciones literarias y libertad de temas y estilo. Fue un auténtico renovador
que hizo el teatro que quiso, abriendo caminos que sólo más tarde serían
seguidos. El teatro de ruptura no se entendería sin el ejemplo de
Valle-Inclán.
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