Hoy os quiero recomendar una película que me ha sorprendido gratamente y de la forma más insospechada. Todo comenzó ayer cuando fui al cine con mi hija y entramos a ver esta película porque vimos que era para todos los públicos y además del género fantástico. Esperaba lo de siempre: una película de niños que viven una aventura, resolviéndose la trama con final feliz, al estilo tradicional. Pero mi sorpresa fue mayúscula al comprobar que el film no seguía los cauces esperados. Al principio, el desarrollo de la película me desconcertó porque fluía muy lenta, algo no habitual en una clásica película infantil. Es más, no sabía muy bien el rumbo que iban a tomar los acontecimientos que se planteaban. Y luego mi interés fue creciendo según iba transcurriendo la película, pasando por distintos estados emocionales: curiosidad, sorpresa, emoción, deleite y finalmente, fascinación.
La historia en principio se
presentaba siguiendo los cánones tradicionales, ya que nos muestra la vida de
un niño huérfano, Hugo Cabret, que vive escondido en la estación del tren de
París, en el año 1930. Sin embargo, su perfil es trazado con suma maestría,
resultando un personaje entrañable con reminiscencias dickenianas que, como los
héroes del escritor inglés, será premiado por su valor y autenticidad. La
acción comienza cuando el niño intentando reconstruir un autómata que dejó
incompleto su padre, roba unas piezas a un arisco juguetero que tiene su
tienda en la estación de trenes. Este acusa a Hugo de robarle piezas y
le arrebata al niño una libreta con bocetos del robot que quiere reparar.
A partir de aquí, Cabret intenta recuperar su libreta y perseguirá al juguetero, llegando incluso a su casa.
Allí conocerá a Isabelle, ahijada del viejo juguetero que decide ayudar al niño para vivir una aventura. Y así, poco a poco, surgirá una bella amistad entre los dos niños que emprenderán un viaje hacia un mundo de ilusiones literarias y cinematográficas, un viaje en el que descubrirán la identidad del viejo juguetero cuyos recuerdos e ilusiones quedaron rotos por la guerra y que ahora gracias a los niños vuelven a resurgir y a recuperar su magia.
Allí conocerá a Isabelle, ahijada del viejo juguetero que decide ayudar al niño para vivir una aventura. Y así, poco a poco, surgirá una bella amistad entre los dos niños que emprenderán un viaje hacia un mundo de ilusiones literarias y cinematográficas, un viaje en el que descubrirán la identidad del viejo juguetero cuyos recuerdos e ilusiones quedaron rotos por la guerra y que ahora gracias a los niños vuelven a resurgir y a recuperar su magia.
En la película Martin Scorsese sabe combinar magistralmente una trama emotiva con el mundo de ilusiones que nos proporciona la literatura y el cine. Y es que los libros nos llevan a universos fantásticos como en las novelas de Julio Verne, nos hacen compartir momentos inolvidables con las personas que queremos (como le sucedía a Hugo con su padre) y nos permite conocer a personajes valientes, capaces de hacer frente al tirano y al opresor, como Robin Hood.
Pero, sin duda, el gran homenajeado en esta película es el séptimo arte. Y es ahora en nuestra era de cine comercial, de grandes efectos y tecnología digital cuando el recuerdo de los inicios cinematográficos cobra más valor. Porque el cine fue y seguirá siendo una fábrica de ilusiones, pero antes estas ilusiones se creaban con medios más rudimentarios y más ingeniosos y las películas no se hacían en grandes escenarios sino que se empleaban decorados y vestuarios más artesanales. Sin embargo, esto no hacía perder la magia de la escena, ¿Cómo olvidar el cinematógrafo de los hermanos Lumiére, las películas fantásticas de Méliès o las películas mudas de Charles Chaplin?
Pero, sin duda, el gran homenajeado en esta película es el séptimo arte. Y es ahora en nuestra era de cine comercial, de grandes efectos y tecnología digital cuando el recuerdo de los inicios cinematográficos cobra más valor. Porque el cine fue y seguirá siendo una fábrica de ilusiones, pero antes estas ilusiones se creaban con medios más rudimentarios y más ingeniosos y las películas no se hacían en grandes escenarios sino que se empleaban decorados y vestuarios más artesanales. Sin embargo, esto no hacía perder la magia de la escena, ¿Cómo olvidar el cinematógrafo de los hermanos Lumiére, las películas fantásticas de Méliès o las películas mudas de Charles Chaplin?
En definitiva, una película deliciosa con una cuidada y bella fotografía, una banda sonora que os cautivará, unos personajes valientes que luchan por cumplir sus sueños… Y como principales protagonistas, las historias de los libros y la magia del celuloide que nos transportan a un mundo de ilusiones y sueños, alejado de nuestra cotidiana existencia. Porque, ¿Qué sería de nuestras vidas sin la ilusión y la fantasía?
Os dejo el trailer de la película para que vayáis abriendo boca. Buen provecho:
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